Des-pa-to-lo-gi-za-ción trans* y afasia
institucional:
cuando conoces la palabra pero no consigues
pronunciarla.
Artículo para la Directa, 13.02.2018 - Nac Bremón.
Mientras se
mantenga la cuestión trans sujeta a una categoría clínica, es decir, como una
enfermedad o anomalía que debe ser curada o corregida a través de la
modificación de los cuerpos y la normativización de las mentes, las identidades
trans seguirán siendo una cuestión médica y no lo que son: una diversidad
social. Por tanto, para dar un final al artículo de opinión sobre actualidad
trans que prácticamente no he comenzado diré que la despatologización es, a día
de hoy, una palabra difícil de pronunciar y no un hecho que celebrar.
La dificultad de
la pronunciación no reside solo en la propia palabra, sino en introducir en la
misma frase “despatologización” y “transexualidad”. Esto no ocurre solo en las
sociedades científicas, también crea especial dificultad en departamentos
educativos, legislativos, laborales y sociales que son incapaces de pronunciar
correctamente este concepto pese a intentarlo una y otra vez. Es como esa
palabra que está a punto de salir pero se queda atrapada contra la voluntad en
algún lugar entre la mente y la punta de la lengua, enganchada en los
prejuicios y el estigma gravados durante más de 150 años en el adn de una
sociedad, y especialmente, de un colectivo que ha pagado el más alto precio por
hacer de sus vidas espacios habitables más allá de la pura supervivencia: patologización
y precariedad.
En los últimos
años, diversos frentes del colectivo trans y asociaciones LGBT con políticas
transversales, se han unido para ayudar a las instituciones en la pronunciación
del concepto de la despatologización trans, mostrándoles recursos especialmente
poderosos, entre los más destacados: derechos humanos, antiguas y nuevas leyes
que protegen estos derechos, programas educativos que integran la diversidad,
publicaciones que proponen marcos de referencia social y un modelo de atención
a la salud para personas trans basado en la autodeterminación y la autonomía como
pilares sólidos en la construcción natural identitaria de cualquier persona. En
el proceso de implementación de este nuevo modelo de salud está siendo
especialmente complicado convertir las buenas palabras en hechos coherentes con
la esencia social que se pretende.
Se hace evidente pues,
que la despatologización trans debe trabajarse desde un paradigma social si se
tiene en cuenta que la transexualidad es una realidad en cuanto a diversidad social.
Por tanto, no es la institución médica, paradigma de la patología, el lugar
idóneo para llevar a cabo este fin. El marco de referencia científico que
estableció la transexualidad como una categoría clínica, está demasiado alejado
de la perspectiva psicosocial y por tanto, no puede ser reformulada como una
diversidad social por el propio estamento médico. Carece de la mirada necesaria
para ello. La Plataforma Trans*forma la Salut consciente de esto y conociendo
en profundidad las necesidades sanitarias que tiene su propio colectivo, lleva
más de dos años trabajando en un modelo integral de atención a la salud para
personas trans que pueda fluir por canales comunes al resto de usuarios del sistema
público de salud. Mientras se trabaja para que esto sea posible, su objetivo prioritario
ha sido eliminar en la mayor medida prácticas médicas que presuponen la
identidad trans como algo que debe ser cuestionado y validado a través de evaluación
profesional médica. El objetivo en sí mismo no es por tanto despatologizar la transexualidad,
sino concienciar a los profesionales de esta perspectiva social para poder dar
una correcta atención a las personas trans, y de esta forma, lograr que cesen
las prácticas patologizadoras de los últimos 10 años que imponían una única manera
de hacer, ser y sentir a las personas trans. Poniendo especial atención en un
nuevo modelo que no evalúe sino que acompañe a estas personas en sus
necesidades en cuanto a salud, que sea público y de calidad y lo haga respetando
la libre autodeterminación y autonomía en las decisiones de sus usuarios. Un
modelo, en definitiva, que minimice los daños y el impacto negativo que tiene
la patologización de la transexualidad en el propio colectivo, mientras la
despatologización no sea una realidad social palpable. Y todo esto no como una
solución per se, sino como una pieza
más en el complejo ensamblaje de la despatologización trans.
En el último año se ha logrado la aceptación por parte
del departamento de salud de que la identidad de género es una cuestión de
autodeterminación personal, y que la despatologización sucede cuando esta
autodeterminación no está sujeta a evaluación ni validación psicopsiquiátrica y
por tanto es válida por sí misma; que las decisiones en los procesos o
tránsitos se deben tomar de forma autónoma e informada sin ningún tipo de
presión y/o sesgo; que los ritmos implicados en estos procesos deben ser
individualizados como corresponde a algo tan íntimo y personal; que no hay
garantías de acierto para profesionales en cuanto a resultados como no la hay
en cuanto a cualquier otro proceso evolutivo que conforme la identidad de una
persona; que no existen hojas de ruta ni directrices o patrones en los procesos
de formación de género; que las expresiones de género y los roles son
subjetividades particulares de cada sujeto y que no definen ni garantizan la
autenticidad del género; el reconocimiento de menores trans con sus necesidades
específicas, y por último, que la complejidad médica en referencia a las
personas trans es fruto de la falta de información y los prejuicios más que del
proceso en sí mismo.
El camino de la despatologización trans implica no solo
un cambio en las viejas estructuras que componen la sociedad sino también un cambio de paradigma para
dar espacio a una perspectiva abierta a la diversidad y a la diferencia. Significa
también una mirada hacia dentro a través de la historia para entender y sacudir
antiguas creencias y dar paso a nuevas maneras de entendernos y mostrarnos, reformulando
las preguntas e interpretando de nuevo los datos. Y pasa, especialmente, por recuperar
y crear nuevas alianzas para encontrar espacios comunes en los que reconocernos
en las diferencias.
Por todo esto la cuestión trans no solo implica a las
personas trans. Aquí no se evalúa exclusivamente la aceptación de la
variabilidad de género fuera de la norma, sino todas aquellas características que
nos diferencian de los demás y nos hacen únicos, y que tienen que estar ocultas
en un armario por miedo al rechazo. Por eso, cuando nos ponemos ante cualquier
forma de comisión constituida por personas “normales” que están en el poder y que
evalúan si la despatologización trans es posible y necesaria, me pregunto si
son conscientes de que no solo está en juego la aceptación de la identidad
trans como una diversidad social, sino que aquí se está juzgando si la
diversidad del ser humano como ser social, cualquiera que sea, la tuya o la
mía, tiene cabida en este mundo.
Artículo y link, en catalàn:
https://directa.cat/actualitat/des-pa-lo-git-za-cio-trans-afasia-institucional-quan-coneixes-paraula-pero-no
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